miércoles, 24 de enero de 2007

Algo de vida



La clase había comenzado esa fresca mañana primaveral londinense, donde las mariposas se entremezclan con los grillos y las cigarras, que juegan en el suntuoso patio verde de la entrada donde los estudiantes suelen reunirse a descansar.

Los estudiantes de la Universidad de Norwich, situada en la histórica ciudad homónima, al este de Inglaterra, parecían más una gran familia, con profesores y personal de la cafetería y limpieza incluídos. El clima de aquella pequeña pero histórica universidad era cálido y agradable.

Sarah había llegado una milésima de segundo antes de que cerraran la puerta del curso. Pequeña, con cabello negro y corto, llevaba siempre un bolso que colgaba de un solo hombro, y en las manos alguna novela de Dickens. Sin embargo, ese día, había reemplazado sus novelas por un pequeño pero gordo álbum fotográfico. De tapa roja, con detalles dorados, lo había comprado la noche anterior y lo había rellenado con todas sus fotos de su último cumpleaños. Como había invitado a todos sus compañeros, decidió llevarlo y mostrarles las fotos unos minutos antes de que comenzara la clase, pero otra vez, no consiguió llegar a tiempo.
Sus compañeros ya se habían acostumbrado a su incapacidad para llegar a horario, pero el profesor no se cansaba de repetir el mismo sermón acerca de la puntualidad en todas y cada una de sus lecciones.

El profesor Dennis T. Murphy, no tenía otra cosa que exigiera más que los estudiantes llegaran a tiempo, después de todo, ¿Por qué tenía
él que perder su valioso tiempo?

Tenía unos 36 años, pero todo el humor y cinismo de un anciano de 80. No tenía esposa, ni compañera del sexo femenino, a pesar de ser tan popularmente cotizado por todas las mujeres en aquél establecimiento.
Había confirmado la famosa teoría de "Buena suerte en el juego, mala suerte en el amor", cuando el año anterior retiró del banco la suntuosa cantidad de nada menos que 87.649 libras, gracias a todo un sueldo gastado en el Casino local.

A pesar de su arrogancia y "sin tiempo para el sarcasmo", (aunque sí para el humor negro), Sarah tenía la lejana esperanza de que detrás de aquél hombre de hierro, sin sentimientos ni la más mínima expresión que demuestre felicidad, existiese aunque sea una muestra de que, aquél hombre que la reprobó en el examen final hace 2 años, tuviese la cuarta parte de un corazón.

***

El pizarrón estaba extasiado de números, funciones trigonométricas y fórmulas arigméticas, ya no había más espacio en el aire para las explicaciones del profesor y las neuronas de los estudiantes pedían a gritos un descanzo.
De repente, la tiza del profesor se vio suspendida en el aire. Hizo un silencio repentino, y giró la cabeza hacia la puerta. Todos, alumnos, pizarrón, aire, tiza y neuronas suspiraron de alivio. Sin embargo, la curiosidad los hizo voltear hacia la puerta, a admirar a su repentino salvador. Era una mujer de edad media, de cabellos castaños rojizos, algo regordeta. Estaba vestida de una forma más vistoza de la que cualquiera en esa conservadora universidad estuviera acostumbrado. Llevaba un gran sweater amarillo mostaza, unas calzas ochentosas color negras con figuras triangulares de distintos colores. Nadie alcanzó a ver qué calzaba exactamente ya que a todos la vista se les quedó estancada en las calzas.

-"Los estudiantes ya pueden pasar"- dijo amablemente la señora con una gran sonrisa, y cerrando suavemente la puerta.

Era el día de la fotografía. Cada primero de Junio, los estudiantes de todos los años se reúnen en la entrada de la Universidad y se toman una foto grupal. Cuando finalizan sus estudios, en la fiesta después del acto académico donde se entregan los diplomas, se les es entregado un pequeño y ligero álbum con todas las fotos de todos sus años de estudio en la universidad. A Sarah le faltaban aún 4 años para graduarse en Licenciatura en Matemáticas, pero ella nunca se preocupaba por el tiempo, de ahí las tardanzas.
En el salón, los estudiantes se levantaron rápidamente y se dispusieron a salir a respirar aire fresco. Sarah acomodó algunas de sus cosas en el pupitre y se amontonó en la multitud desesperada.
El profesor siguió con la vista pegada al pizarrón, haciendo algunas correcciones.

-"Este hombre no tiene alma"- Pensó Sarah, antes de perderse en la muchedumbre.

La fotógrafa sacó un total de diez fotos, de las que sacaría sólo una. Una vez finalizada la sesión, era hora de volver a las matemáticas. Con resoplos de fastidio, todos volvieron a sus respectivos asientos, arrastrando los pies como único medio de protesta.

En los últimos quince minutos, Murphy logró explicarles la Teoría de la Medida y Probabilidad que no tenía pensado tocar hasta la semana siguiente. Es que con la velocidad de enseñanza de este graduado en Harvard, se podría estudiar una carrera de cinco años en sólo dos.

El reloj marcó la una. Los movimientos mal disimulados de los impacientes que guardaban algunos de sus apuntes, advirtieron al profesor de que la clase había finalizado. Así que se resignó a perder más tiempo, y despidió a lo que se había transformado en una turba de jóvenes ansiosos por salir.


***

Ya era de noche, exactamente las veintitrés y treinta minutos. El profesor Murphy había terminado con la última de sus clases. Comenzó a acomodar sus libros y exámenes cuando de una de sus carpetas se cayeros algunos papeles. Se agachó a buscarlos, y ahí fué cuando recordó su reciente tesoro: una foto de Sarah Ferguson, la más joven del grupo. Sólo le bastaron 2 minutos para recurrir a aquél vistozo álbum en su pupitre, y sacar una, acomodando otras para que no sea tan obvio el espacio en blanco.

La miró, estaba ella, en un jardín, con un precioso vestido color blanco.

-Parece un ángel..-suspiró.

Por fin había encontrado algo que pusiera un poco de vida en sus días.

10 comentarios:

Malasombra dijo...

El poema de abajo de verdad que es universal, me movio el piso.La narraci[on es sorpresiva, amena, y sobre todo humana, muuy humana. Saludos.

Anónimo dijo...

tenes toda la razon.. es verdad que siempre hay de esas personas q parecen no tener alma.. personas sin sentimiento alguno.. pero quiza muy muy en el fondo encontras a alguien tierno y fragil.. Me gusto mucho este cuento maite!! y segui asii q asi se empieza ;)
LuLe -´-,-@

Anónimo dijo...

Tras leer tu comentario en mi blog acepté tu invitación y he entrado en el tuyo. He estado leyéndolo y creo que es realmente interesante, así que iré pásandome por aquí siempre que el tiempo me lo permita. No lo dejes. (Te he añadido en mi lista de links).

Saludos desde España.

Anónimo dijo...

hola linda, como estas.. como ya sabes mi comentario no falta.. la verdad que este cuento es hermoso! (diria que la protagonista tiene algo que ver con una persona que conozco en la realidad, o no?? ;) jaja) de verdad muy lindo simboliza muchas cosas y creo que realmente es una de esas historias que te deja pensando.. a mi por lo menos me dejo..bueno, mi vida me voy yendo..besos Pilar

Dante Bertini dijo...

corrientes... mi madre era de curuzú cuatiá...
acabo de encontrarte...

Dante Bertini dijo...

te encontré navegando por páginas amigas...entré porque si, por tanteo, por casualidad...no te he leído demasiado, pero me gustó tu descripción y me atrajeron tus raíces...recuerdo corrientes como el calor, las arañas y las víboras; como un refresco de naranjas que hacían en la esquina de la casa de mi abuela y un picaflor arcoirisado tremolando sobre una rosa rosa; también como el lugar donde me enseñaron la sexualidad con todo su dolor y toda su alegría...

Warren/Literófilo dijo...

Me gusta mucho me transportaste Maite, cuál de la foto sos vos amegga?

Malasombra dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Malasombra dijo...

Piedra por fuera, puro sentimiento por dentro. Como nos hacemos de fuertes a veces; y una sola palabra nos peina el alma. Saludos.

perdida en barcelona dijo...

Invitas a tu página y aquí estoy, por pura curiosidad.
Esperaba encontrarme con una maitena dibujante, muy conocida en españa. No eres ella, ¿verdad?