sábado, 13 de septiembre de 2008

Viajes que te cambian....





Yo sí habia oído acerca de que los viajes cambian un poco a uno..
Cambian la manera de ver algunas cosas, de comportarse o reaccionar ante otras...
Y creo que este viaje de egresados al Sur de la Argentina me cambió mucho.
Sin duda, uno de los mejores en toda mi vida. Un lugar precioso, que aconsejo visitar!
Les dejo algunas fotos de lo que me mantuvo ausente y sin dormir estas últimas dos semanas.
Un saludo a todos y muchas gracias de todo corazón por pasar!

Maite

miércoles, 13 de agosto de 2008

Paula creyó que lo veía en todas partes




Paula creyó que lo veía en todas partes. El rostro de aquél amado, que por infortunios del destino, terminó en quien sabe dónde y quien sabe con quién.
Un hombre de espaldas, terminó siendo otro hombre.
Un perfil similar, terminó siendo otro perfil.
Y así sucedió durante todo el día, rostros, ojos, labios. Y ninguno que realmente le perteneciera.
Angustiada, y con ganas de encerrarse a llorar por el resto del día, comenzó a caminar hacia su departamento. Con las manos sujetando sus libros y la cabeza baja por el viento, marchaba apresurada, tropezándose con algún transeúnte ocasionalmente, e intercambiando alguno que otro "perdón" o "disculpe" y reiniciando la carrera para finalizar con tal melancólico sufrimiento.
Y ella caminaba. Cada vez más rápido. Con tanta velocidad que en uno de esos tropiezos, no le dio tiempo a reaccionar. A él. A ese rostro que ella había estado buscando. Y ella, sin levantar la cabeza, siguió caminando.
Él se detuvo, y se quedó mirándola. Sin saber que hacer. Si correr hacia ella y saludarla. Él también la había estado buscando hace tiempo. Pero lo mejor era quedarse. Después de todo, ya había pensado verla en otras partes en ese día. Tal vez éste sólo era uno de esos momentos.

martes, 8 de julio de 2008

Agua mineral


Todas las mesas repletas. Un ambiente íntimo, con luces que, aunque tenues, encandilaban los ojos de Ana.

El último par de semanas y media habían sido un solo remolino de confusiones. Sentía que sabía como estaban las cosas, pero al mismo tiempo no estaba del todo segura. Tenía la sensación de que algo no estaba en el lugar donde había estado en los meses anteriores.

Quizás la escasez de llamadas, de palabras, de atención. ¿Qué había pasado con el cariño de tiempos no tan pasados?
Sin embargo, como inconsciente negación estaba convencida de que lo que ella pensaba que no era más que el fruto de su angustia, era la absoluta realidad.
Sin embargo no había mucho más lugar que recorrer. No le bastó mucho para ubicar, sentado en la barra de tragos, a la única persona que ansiaba ver. A la única persona sin acompañante, o por lo menos aquella noche.

-Pablo!
-Ana..!
-Tanto tiempo, ¿no?- Dijo Ana, jugando. Riendo, se aclaró- No te preocupes, yo sé que andas con los parciales. Vos estudia, no te preocupes por mí. En serio. Esa es una de las cosas que mas me gusta de vos, ¿sabes? El que seas tan responsable...- Dijo, dándose vuelta para pedirle al barman un vaso de agua mineral con gas.

Cuando se volvió, se encontró con Pablo mirando sus manos, las que se movían algo nerviosamente, como quien no sabe qué decir o cómo.

-¿Te pasa algo?- Le preguntó entonces.
-No...- Le respondió Pablo, y volviendo a mirarla, se corrigió- Bah, si... O sea... Es complicado...

Así en media hora, entre balbuceos y hesitaciones, Pablo lanzó sus pensamientos. Sus sentimientos. Sus verdades.

No se trataba de parciales, o de poco tiempo. El tiempo estaba, y él lo tenía, pero no para ella. El amor se fue más rápido que las hojas en otoño, y era demasiado tarde para recogerlas.

Sin decir una palabra, Ana se levantó de su asiento, y sin siquiera mirarlo, se dirigió hacia la puerta para perderse por las calles mojadas y destempladas de Corrientes.

El barman apoyó sobre la barra el vaso de agua mineral. Pablo se quedó observándolo... Como las burbujas subían, y desaparecían. Algo así como la lágrima escurridiza que alcanzó a divisar en el rostro de Ana, antes que ella también desapareciera esa noche.

La soledad penetraba por los poros. No había nadie por la calle. El viento, las gotas heladas, nada importaba. La verdad a veces duele más que las punzadas del frío más helado.
Y así es como la sentía ella.

martes, 11 de diciembre de 2007





Sos como cual dulce me ha amargado la boca en más de una oportunidad. ¿Qué derecho hay? Si soy yo la que termina revolviéndose los sesos, para volver a sufrir el mismo dolor que ya no desconozco...
Vení, terminame de lastimar, que otra cicatriz pasará desapercibida entre las otras...

lunes, 26 de marzo de 2007

Nuevo cuento en el viernes 2 de marzo de 2007



Dos escritos más abajo hay un cuentoq ue lo acabo de terminar, pero como lo había guardado como borrador, se publicó en la fecha en la que lo inicié. Intenté de mil maneras para traerlo al principio pero no pude. Así que les pido que bajen y lo lean.

Se titula "Elsa". Muchas gracias!!

Memorias.