A pesar de que nunca le habían importado los modismos, ni la elección obsesiva del vestido y los zapatos, muchísimo menos de su pareja, esta noche no se sentía como de costumbre. Había algo diferente.
Aunque todas sus amigas habían llevado pareja al baile y ella no, sentía algo dentro que le molestaba, y no sabía qué. Comenzaron a abatirla las dudas sobre tu futuro, sobre qué haría en el próximo año, su último, sobre cómo cambiarían las cosas con sus amigas, sobre si las volvería a ver. Pero sobre todo la abatió una última cuestión: el de nunca haber tenido un novio.
Esto era algo que nunca le había importado. A pesar de que todas sus amigas, amigos y conocidos, tenían la costumbre de tener pareja todo el año, ella se acomodaba fácilmente en los planes de cualquiera, fueran en pareja o no. Siempre encontraba algo que hacer cuando a la pareja se les ocurriera tener unos minutos de intimidad, que terminaba siendo pública. Nunca se le cruzó siquiera por la mente preguntas como "¿Cuánto tendré yo un poco de eso?". Había algo diferente esa noche.
No se había arreglado mucho. Tenía puesto un vestido de seda color salmón pálido que se había puesto para el aniversario de sus padres hace tal sólo unos meses. El vestido era simple, la tela caía dándole una figura estilizada, más delgada. En definitiva, algo que le pasó de casualidad, ya que no tenía problemas con su cuerpo.
Su cabello, color miel, largo y ondulado, caía pesadamente sobre sus hombros. Sus manos, libres de cualquier halaja, se encontraban sobre sus mejillas, sosteniendo su cabeza para no caerse del sueño... y aburrimiento.
Frente a ella pasaban los grupos de gente, amigos, algunos familiares. "Nadie importante". Sobre esos grupos, no había nadie que le llamara la atención. No había tantos conocidos. Y los conocidos no le importaban. No sabía qué le pasaba exactamente esa noche, pero lo único que sabía era que quería volver a su casa y recostarse a dormir.
Estuvo sentada, en la misma posición, durante otros minutos, hasta que sin pensarlo otra vez, se paró y se dispuso a salir, pero el minuto en que se puso de pie, y levantó su cabeza acomodando su cabello detrás de las orejas, su vista se vio aclarada con una visión que no tenía hace varios años.
- Elisa.
Así. Secamente. Así, había pronunciado ese joven aquél dulce nombre. Elisa abrió los ojos y quedó paralizada. Frente a ella se encontraba David, uno de los amigos de una amiga que no era tan amiga, pero con la que solía salir los fines de semana. No era atractivo, en lo absoluto, pero le agradaba su personalidad. No tenía mucho sentido del humor, pero era uno de los chicos más maduros que conocía, y eso ya le significaba bastante. Lo había conocido una vez que salieron todos juntos al cine, y así fue donde una de las amigas conoció a su actual pareja. Esa salida había resultado ser una especie de "cita a ciegas", pero como a Elisa el tema de tener novio no le interesaba...
- ¡David! ¿Como andás? ¿Todo bien?
- Todo bien por suerte. ¿Vos?
- Bien también...
Después de aproximadamente 30 segundos de silencio incómodo, increíblemente eterno, David improvisó:
- ¿No lo viste a Tomás?
- Si...- Le respondió Elisa, volteando su cabeza, hacia la turba de gente bailando. Señalando a un chico que se encontraba con una de sus amigas, lo tomó suavemente por la espalda e inclinándose un poco le dijo - Mirá, ahí al lado del chico de traje blanco, con Sabrina. Recién llegaron. ¿Por? ¿Necesitás algo?
- Ah.. está bien. No, quería saber dónde estaba, nada más.
Elisa lo invitó a sentarse en la fila de sillas, donde no había nadie más sentado. No tenían de qué hablar, ya que no se conocían. Luego de las típicas preguntas acerca de la familia, los amigos, los intereses y el colegio, se acercaron Tomás y Sabrina, con un ánimo sorprendente, y los levantaron a la fuerza invitándolos a bailar. Luego de algo de forcejeo, y vencidos por la locura de sus amigos, comenzaron a bailar. Era una cumbia de las clásicas, fáciles de bailar. Al principio era algo incómodo, pero luego de varios temas, comenzaron a soltarse, y hasta a enseñarse mutuamente algunos pasos y vueltas.
Terminaron a las carjajadas, pero su sonrisa se desvaneció estrepitosamente cuando el DJ anunció el inicio del bloque de música lenta. Se miraron sin saber qué hacer. Miraron a la pareja que los había animado a bailar, y se encontraban abrazados, ya transportados por aquella música que los hacía levitar del suelo.
Tranquilamente, David tomó la mano derecha de Elisa, y posó la izquierda en su espalda. Al principio apoyó apenas los dedos, para que ella no fuera a pensar que era un depravado o algo así. Ella lo siguió, y puso su mano en su hombro. Y así comenzaron a bailar.
Cada vez se sentían más íntimos. Luego de apoyar tu mano totalmente en espalda, comenzó a descenderla despacio y suavemente hasta la base de su espalda. Elisa, por su parte, soltó su mano de la de David, para juntarla con la otra, que ahora se encontraba tras su cuello. A veces cambiaban, y se abrazaban mientras ella descanzaba su cabeza en su hombro. Él le susurraba cosas, al principio le hacía chistes, cosa nueva en él. Luego fue contandole cosas, como que se sentía raro bailando así con una chica que no conocía. Finalmente, se atrevió a decirle lo que había pensado en decirle hace bastante:
- Siempre me pareciste muy linda... Y no es que quiera aprovechar el momento, pero este creo es mi única oportunidad para decírtelo.
Elisa levantó su cabeza y volteó hacia él, mientras que él, al mismo tiempo, la miró a los ojos. Quedaron suspendidos así unos segundos. Parecían decirse todo con la mirada. Ella no lograba descifrar el loco movimiento de su estómago y el creciente temblor de sus piernas, mientras que él la miraba y la tenía como si no quisiera otra cosa en el mundo, y no quisiera dejarla ir jamás.
David la miró a sus ojos, y fue bajando lentamente hasta sus labios. Elisa ya sabía qué iría a suceder. Lo había visto en las novelas, en las series, en las películas. No tenía nada en mente, no sabía qué hacer. Sólo podía limitarse a observar lo que estaba sucediendo, esta escena digna de una novela, pero que esta vez era real.
La cabeza de él giró levemente y se fue acercando a la de ella. Ella no hizo nada. Él se iba acercando, pero ella estaba paralizada. Fue en el exacto y justo segundo en el que él estaba por besarla, cuando ella bajó la cabeza. No sabía por qué lo había hecho. Fue una especie de reflejo, pero sin pensar en nada, ella lo tomó por detrás del cuello como hacia varias canciones, y lo abrazó, comenzando a bailar otra vez. Él la siguió, sin lamentarse, ni sentirse un fracasado. La supo comprender a pesar de que no entendía exactamente qué había pasado. Así siguieron bailando toda la noche, abrazados y sintiendo el fuerte palpitar del corazón del otro.
Todos vivimos en un loco mundo en el que a veces no entendemos nada, ni siquiera a nosotros mismos. Cuando hacemos algo ligeramente diferente, todos nos miran torcido. A Elisa le tomó una noche el descubrir, que no hay que amoldarse a la mente de la turba, por no tener a nadie más con quien compartir tus pensamientos, tus dudas... A Elisa le tomó una noche el descubrir, que cuando más o menos lo esperes, va a llegar tu otra mitad. La otra parte del molde. A pesar de que no supo exactamente qué sentía, Elisa tuvo alguien con quién compartir su incertidumbre. Y eso le bastó para que esa noche, en definitiva, fuera diferente.

8 comentarios:
Lo que has escrito es una cosa muy dulce, muy hermosa. Está un poco fuera de la vorágine que vivimos a diario y me retrotrae a mis tiempos de estudiante (y hace mucho), lo cual es muy saludable recordar.
Un tierno beso
Vaya Maite que narración tan solemne, de veras, no pareces, (perdona el prejucio) que tuvieras 15 años, o sea esa naracción pArece de alguien que ha vivido mucho y sabe cómo escribir, GENIAL PEQUEÑA, GENIAL!!!
YA ESTÁ EL CAP 7, TE ESPERO.
Que lindo¡¡¡ me encanto, me transporto en el tiempo, decirte genial seria poco, asi que te dejo un ¡¡gracias¡¡ por aflorar los recuerdos.
Un besote muakissssssss
no, no, no, no....de verdad que bonito!!! muy bonito!!! aray bien bonito!!!
Me hiciste recordar cuando era carajillo (ehh... creo que se puede traducir como "cuando era chico").
Las fiestas del cole, ser un solterón adolescente por convicción, las primeras batallas épicas con la tinta, el papel y las ideas.
Escribís muy bien, señorita.
Maite ya te lo comenté, de verdad.
osea... aparte de buenissimo!!! no se me ocurre otra cosa. Transmitiste exactamente lo ke se siente y eso no es poca cosa ya que muchos lo intentan por años y no les sale,pero beu.. EXCELENTE!!!
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